jueves, 2 de junio de 2011

Adiós al pasado....


Al comienzo, toda relación es como un dormitorio vacío que los enamorados se encargan de ir decorando poco a poco. Las mil fotos que se tomaron juntos, los regalos de cada aniversario, las tarjetas de cumpleaños, los globos, los peluches bautizados, los boletos de teatro y películas memorables, las postales de viajes inolvidables, las entradas a conciertos, las medallas con los nombres grabados, los emails, las cartas-las bonitas, las amargas escritas en una hoja de cuaderno.

Ese montón de objetos, chucherías, cachivaches o como los quieras llamar le dan a una relación un respaldo escénico, un clima, un ambiente. Pero, claro, el decorado sirve en la medida en que el recinto esta habitado, con vida. Sin embargo, una vez que todo se termina y se va al demonio la relación hay que desmontar esa pesada escenografía, realizar la mudanza y descolgar cada recuerdo del “ex”.

En el fondo, no sé qué es mejor: Si deshacerse de todo o guardarlo en, por ejemplo, una caja de zapatos, esa pequeña tumba de cartón en la que solemos enterrar los residuos de un amor finiquitado.

Antes me costaba mucho más desprenderme de ciertas evidencias físicas pero con el tiempo he aprendido a minimizar esos souvenirs inútiles que dejan las relaciones que se rompen. A veces la gente devuelve las cosas, con la manipuladora esperanza de que la otra persona se conmueva ante ese geste despreciativo y consideren la posibilidad de una segunda oportunidad.

Si uno en realidad no quiere quedarse con ninguna reliquia del ex, en lugar de devolverlas o esconderlas, simplemente hay que exterminarlas y listo. Que rompa las fotos, que queme las cartas, que desaparezca esos peluches empolvados, que regale las baratijas. La idea está en hacerlo con decisión, sin culpa ni anestesia.


Últimamente, lo que esta de moda entre los novios(as) vengativas es la difusión de fotos íntimas a través de la red es por eso que jamás se dejen tomar fotos desnudas (os) por que con el tiempo pueden sufrir algún tipo de chantaje. Lo malo de guardar esos cachivaches es que un día, digamos un domingo de ocio, te topas con ese cofre polvoriento y, en un acto entre nostálgico y masoquista lo abres y como exhumar un ataúd siempre trae consecuencias enseguida dejas de hacer todo lo que tenias planeado hacer y te sientas con las piernas cruzadas a ver las fotos, leer las cartas, a reírte o llorar de las servilletas, posavasos, corchos en los que el(ella) te escribió una dedicatoria. Es bien raro eso. Es como husmear en tu pasado y sentir, por unos microsegundos, que en tu interior se remueven algunos sentimientos. Es como volver a una isla y contemplar los restos de tu propio naufragio: Los huesos, los remos quebrados…

A la gente le cuesta pasar la página del todo y por eso colecciona y agrupa mini cadáveres cuya misión es imposible: eternizar algo que ya no existe o preservar algo que ya fue.

Yo también he sido un afanoso coleccionista de piezas escogidas de mi biografía amorosa. Pero eso se acabó. Mis últimos fines de semana los he dedicado a deshacerme de algunos objetos que ya no tienen sentido seguir guardándolos. Para que retenerlos si ya perdieron su finalidad original: hacerme reír. Es más, ahora me quitan espacio y me provocan incómodos flashbacks, razones suficientes para darles de baja. ¿No creen?

He empezado por incinerar las fotos y papeles. Borrar las toneladas de mails, conversaciones por chat y fotos digitales que ya deleteé de mi disco duro. Y no lo he hecho para espantar al monstruo del pasado, sino más bien para despedirlo oficialmente dándole las gracias por los servicios prestados.

Creo que esas extirpaciones son necesarias. Primero, porque es parte de una saludable y merecida limpieza interior y, segundo, porque necesitas que “tu espacio” retorne a su vacío original y tener espacio suficiente para el niño(a) que por ahí aparezca con nuevos cachivaches y no tengas donde acomodarlos.

Y tu, ya eliminaste tus cachivaches amorosos?


PD: Una canción que me encanta… Todo ira bien, piénsalo !!!

1 comentario:

  1. Excelente entrada Renzo, me gusta la forma en que escribes aunque no soy partidario de eliminar los recuerdos, tal vez sea util al principio por la carga emocional que algunos pueden tener, sin embargo guardarlos en lugares que frecuentemos muy poco puede tener el mismo efecto inmediato y cuando las heridas hayan cicatrizado por completo puede resultar interesante contemplar el pasado a travez de los objetos que nos hacen recordarlo. Puedes borrar el efecto inmediato de esos recuerdos si los apartas completamente de tu vista, pero eliminarlos por completo es eliminar un pedazo de tu pasado que por doloroso que sea hace parte de ti. A proposito de la memoria y de los recuerdos te dejo un poema de un poeta griego de nombre Constantine Kavafis
    RECUERDA CUERPO
    Recuerda, cuerpo, no sólo cuánto se te amó,
    no solo los lechos donde estuviste echado,
    más también aquellos deseos que, por ti,
    en miradas brillaron claramente
    y en la voz se estremecieron –y que un
    obstáculo fortuito los frustró.
    Ahora que todo se halla en el pasado,
    parece casi que a los deseos
    aquellos te hubieras entregado –cómo brillaban,
    recuerda, en los ojos que te miraban;
    cómo en la voz por ti se estremecían,
    recuerda, cuerpo. (C. Kavafis)

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